Ahora eliminar la ansiedad de nuestras vidas es tan sencillo como hacer un clic..


Hoy día se habla mucho de ansiedad, trastornos de la misma o varias expresiones relacionadas, pero muchas veces no tenemos tan claro qué es lo que se quiere decir realmente cuando se habla de este tema. Ésta, es una sensación de desasosiego, preocupación y temor, que muchas veces puede ser motivada y otras no. Dicho de otro modo: esta situación no es mala en sí misma, sino que para definirla como algo negativo depende del grado de la situación y cuál es el estímulo que la produce. 


Esta sensación al presentar una prueba universitaria no es mala, siempre y cuando el nivel de la misma permita realizar la prueba adecuadamente y sin problemas. Sentir estrés por salir fuera de casa a un espacio abierto es malo, sea cual sea el nivel de ansiedad que se produce (en esos casos, en general, el nivel es alto). Por lo tanto, cuando hablamos de aprender a cómo superar la ansiedad, nos referimos a esa sensación que no es saludable.


Antes de desarrollar más profundamente el tema, es importante destacar que al igual que el, igual que el miedo, es parte de las respuestas adaptadas del ser humano a la vida. Sin miedo alguno moriríamos al cruzar la calle sin mirar.  El miedo, en la medida adecuada, por el estímulo adecuado, es hasta bueno. Lo mismo ocurre en este escenario. Esa preocupación o miedo, a la que llamamos ansiedad, y la cual sentimos cuando vamos a realizar una prueba en la universidad, es la que nos hace estudiar mucho más.
 Por todo lo visto hasta ahora, nos queda claro que tenemos dos enfoques: cuantitativo y cualitativo. Desde el punto de vista cuantitativo, la ansiedad desbordada, es la que requiere atención, ya que como hemos visto, un nivel adecuado es hasta deseable. Desde el punto de vista cualitativo, es importante diferenciar grupos. Si ver un león suelto delante de nosotros nos despierta ansiedad, es lógico y deseable, pero si nos despierta esta sensación al ver una mosca, seguramente, eso no es tan sano. Cuando se desborda frente a un estímulo que no es una amenaza, o es una amenaza pero menor estamos frente a una fobia. Las fobias, trastornos de ansiedad generalizada, ataques de pánico, etc., requieren de alguna clase de tratamiento. Este tratamiento será más intenso en la medida que esa ansiedad interfiera con la vida diaria. Por lo tanto, dentro de la ansiedad patológica encontramos una serie de trastornos muy variados, los que se pueden presentar en forma más o menos grave pero que todos, con el tratamiento adecuado se resuelven sin problema.

 Cuando se trata de una ansiedad patológica el tratamiento puede ser medicamentoso (tienen excelente respuesta) y conductual. Sin embargo, en esos casos y en todos los demás que si bien no llegan a configurarse como patológicos, pero sí son una molestia en la vida, existen varias cosas que podemos hacer para superar esa situación. No se trata de hacer nada complicado, simplemente de modificar algunas conductas.
 Organizarse mejor es clave. Para eso, es fundamental aprender a decir que no.  Muchas veces nos pasa que se nos solicita una tarea o favor, y por miedo a decir que no, nos comprometemos a hacer algo que simplemente no podemos hacer (por falta de tiempo, de conocimientos, etc.). Una respuesta muy simple en esos casos, que nos permite eludir un NO inmediato que tanto nos preocupa, es responder “voy a pensarlo”. Si al pensarlo vemos que realmente no podemos, honestamente vamos a responder que no. Esta simple respuesta nos va a evitar mucha angustia.
 Las tareas más complicadas mejor es hacerlas primero, y siempre con el tiempo necesario. Nada produce más ansiedad que saber que nos queda por hacer algo tedioso y que requiere mucho esfuerzo, justo al final de la jornada. Comencemos por lo difícil y veremos como el día transcurre mucho mejor.
 El descanso adecuado es clave. Esto no solo implica dormir un número de horas suficiente (entre 6 y 8 horas dependiendo de la persona y la edad) sino que también descansar durante las tareas habituales. Relajarse un poco, dar un pequeño paseo sin duda no implica perder tiempo sino que aumenta nuestra productividad y concentración al bajar la ansiedad.
 Algo muy importante para nuestra salud y bienestar es realizar ejercicio. El ejercicio regular no solamente es bueno para nuestro sistema vascular o músculo esquelético, no solamente nos sirve para estar en forma, cuando hacemos ejercicio, los niveles de neurotransmisores se normalizan, algo que por la ansiedad suelen estar alterados. Si hacemos ejercicio 3 o 4 veces a la semana (lo cual no quiere decir ir al gimnasio y hacer muchas rutinas, ¡basta con una simple caminata!) los niveles se ansiedad bajan y nos alejamos mucho de la depresión.
 Al igual que el ejercicio físico, la meditación o las técnicas de relajación mental son fundamentales para combatir la ansiedad y mejorar nuestra sensación de bienestar. Cuando tenemos una ansiedad patológica y en tratamiento, veremos que estas técnicas con básicas en el mismo, y las que más resultados nos van a dar a corto plazo. Se puede aprender a relajarse frente al estímulo que desencadena la ansiedad, en el caso de las fobias, de un modo que resulta mucho más simple de lo que puede parecer previamente. Quienes sufren ataques de pánico y practican estas técnicas rápidamente aprenden a suprimirlos desde los primeros momentos. Cada paciente es diferente y el tiempo de respuesta varía, pero es un concepto importante saber que todas las situaciones de este tipo se resuelven. Llevará más o menos tiempo, pero se resuelven.
 Como vemos, es fundamental ver si nuestra situación se configura como para recibir un tratamiento especial o no. Si requiere tratamiento, nos queda claro que es sumamente efectivo y se resuelve en tiempos muy breves. Si no requiere tratamiento, igualmente es importante hacer cambios en nuestra vida para que esa ansiedad que es tan necesaria para ser eficientes y efectivos, se mantenga en los niveles que se debe mantener. Esos cambios son simples y fácilmente aplicables, por lo que podemos comenzar ahora mismo.

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